Las bibliotecas, un espejo de la personalidad de sus propietarios

Un escritor, una editora, una actriz y un músico y dos artistas plásticos, muestran lo que contienen sus anaqueles

Christine Linares, David Peña «Dorantes», Juan Cobos Wilkins, Curro González, Juan Suárez y María Galiana

Las bibliotecas reflejan como un espejo la personalidad de quien la construye. Durante el pasado confinamiento hay quienes las han ordenado y encontrando a veces joyas perdidas; otros, las han redescubierto; y en la mayoría de los casos, esta parada vital ha servido para recuperar el hábito de la lectura, a veces perdido en la vorágine del estrés diario.

María Galiana vive rodeada de libros, no sólo los suyos sino también de una colección heredada. «Mi biblioteca fácilmente puede tener casi doscientos años. Tengo una primera edición de Espronceda, o sea, que vivía cuando se editó. Eran del bisabuelo de mi marido, un señor muy prominente del que tengo unos doscientos libros del XIX encuadernados en cartoné con el lomo de cuero». En los anaqueles, colecciones de novela de aventuras, policíaca y de lectura habitual. «No sé cuántos libros hay, pero seguro que más de dos mil». Entre otros tesoros, una primera edición de Valle Inclán que regalaron al director teatral, José Luis García Sánchez. Curiosamente la actriz no es lectora de teatro, lee mucha novela y se confiesa «fan total» de Saramago. «Ahora tengo en mi mesilla el último libro de Pablo Rivero, ‘mi niño’ de ‘Cuéntame’ y la biografía de Woody Allen».

Curro González y Julio Verne

El pintor Curro González recuerda su primer libro, «Veinte mil leguas de viaje submarino», de Julio Verne. «Era un libro de mi vecina y me lo leía. Era una primera edición y yo veía los dibujos e imaginaba una ciudad submarina». La vecina terminó regalándole el libro y aún lo conserva el artista.

Su biblioteca es un caos, aunque tiene orden temático, sobre todo, en monografías sobre arte. El pintor confiesa leer mucha poesía y se reconoce más de ensayo que de novela. Ahora tiene entre sus manos «Imágenes y palabras», de Emilio Lledó, y «Las mil y una noches», en la traducción de Cansinos Assens. «Continuo leyendo «Los cantos», de Ezra Pound, sobre los que llevo años elaborando una serie de pinturas».

Cobos Wilkins y Peter Pan

En el imaginario del poeta onubense Juan Cobos Wilkins continúa vivo el libro «Peter Pan», de James Matthew Barrie y «el ansia de vuelo que sembró en mi su lectura», confiesa.

La poesía ocupa gran parte de sus estanterías donde hay joyas, como una edición de «Platero y yo» de 1914;«El joven marino», de Luis Cernuda, en edición de 1936; o «Poesías», de Horacio, de Imprenta Collado de 1821. Y un programa de mano singular: el del estreno mundial en París de «Así que pasen cinco años», de García Lorca. Cobos Wilkins guarda especial cariño por «Mi Rubén Darío», un libro inédito de Juan Ramón Jiménez que publicó cuando estuvo al frente de la fundación del poeta de Moguer.

Confiesa que no sabe si esta situación que vivimos ha aumentado la lectura, y espera que, si eso es así, «no sea algo circunstancial, como un fuego pirotécnico». Tras publicar su último poemario, «Matar poetas», ha vuelto a escribir novela. El autor nos hace una recomendación para este verano, «Donde da la vuelta el tiempo», de Díaz Trillo; «Auriga de estrellas», de Carlos Fernández Martín; y «Todo arde», de Nuria Barros.

Nacer entre libros

Christine Linares nació entre libros, literalmente. Su padre es Abelardo Linares, editor, poeta, bibliófilo e impulsor de la editorial Renacimiento, proyecto que continúa Christine en estos momentos. «Hay una foto mía de bebé en la cuna rodeada de primeras ediciones. Los techos de mi casa no se veían, sólo libros. A mí se me hace raro una casa sin biblioteca. No tengo tele y a la gente se le hace raro. A mí lo raro me parece no tener libros».

Tiene dos bibliotecas, una en Madrid y otra en Sevilla. Suele comprar a editoriales pequeñas e independientes y en sus estantes las tiene colecciones de Renacimiento. Los mensajeros llegan siempre a su casa con libros de nuevos autores, «todas las semanas tengo algún paquete». Tiene tiene un especial interés por las autoras de la Generación del 27. «Quiero seguir indagando y me voy sin quererlo hacia la literatura de mujeres y de la memoria. Me interesa más lo que se ha vivido», confiesa. Su último trabajo: cotejar «Memorias de la melancolía», de María Teresa León, y releer a Elisabeth Mulder.

Juan Suárez, desde Trajano

Pintor, arquitecto, interesado por el arte y el diseño, Juan Suárez atesora una biblioteca, que es «un caos total», con algunos apartados sobre arte y arquitectura, que ha intentado ordenar en el confinamiento, desistiendo al final. «Es una biblioteca muy usada».

Suele leer mucho sobre arte. «Acabo de terminar ‘Las cartas de Miguel Ángel’». Lee poesía y a veces encuentra libros repetidos. «Te obsesiona un tema, lees el libro, lo guardas y te olvidas, lo ves en una librería y vuelves a comprarlo. Soy así. En el intento de orden he recuperado muchos libros repetidos». Heredó la biblioteca de su padre, con el curioso volumen titulado ‘Desde Trajano a Picasso’» y tiene una primera edición de Tristán Tzara que le regaló su profesora de francés, además de muchísimos carteles y folletos de arte y un tratado arquitectónico con ilustraciones sobre la Custodia de Arfe. «Una joya».

Dorantes y el Principito

David Peña Dorantes, pianista y compositor flamencoi, leyó con 11 años «El Principito» y le fascinó. Con su padre, Pedro Peña, también guitarrista y maestro, tocaban música más que leer. «Para él la lectura era algo individual», dice el artista flamenco. Su biblioteca es «un desorden, porque la uso». Además de libros de música, «me encantan títulos como ‘Cien años de soledad’, ‘El amor en tiempos de cólera’, de García Márquez; o ‘La Caverna’, de Saramago». Para los múltiples viajes que su profesión le exige, ha optado por el libro electrónico.

Lo último que ha leído ha sido «Poética musical», de Ígor Stravinski, y «justo ahora estoy releyendo un libro de análisis musical de Béla Bartók. «Me encanta porque me cambió la forma de concebir la música». Recomienda a su compadre Daniel Blanco, «que recuperó ‘Los pecados del verano’» y señala que ahora está concentrado en la composición de su próximo disco.

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